domingo, 4 de febrero de 2007

Una experiencia religiosa

Es por la mañana. Has bailado todo lo bailable, sudado lo sudable, bebido más que los peces, fumado más que un volcán.

Estás cansado y feliz, como después de hacer el amor, relajado y satisfecho. Tirado en los sillones, rodeado de amigos, ríes bromas absurdas que después no recordarás.

De repente, la música cambia, se hace el silencio. Y tú ya sabes lo que viene a continuación.

La sala está oscura, apenas unos láseres rasgan el humo del ambiente, incendiando de breves colores las formas insinuantes. La gente se encoge, se ensimisma, oscila y vacila sobre sus pies como acunados por una nana que sólo ellos oyen.

Te subes al podio, las piernas abiertas, las botas militares firmemente clavadas en la madera del altavoz. Una sirena empieza a sonar, sirena que llama a la gente a la fábrica, que avisa de la hora de regresar. Pero esta sirena es diferente: te pide que te quedes.

Ulula, sube, baja, se regodea, asciende y desciende; a veces un ataque aéreo, a veces una ambulancia urgente.

Comienzan los golpes. Algo gigantesco golpea las puertas. Quiere entrar. Las vibraciones se extienden desde la madera a tus botas, electrizan tus músculos, retumban en tus huesos, te anuncian el momento.

Los láseres aumentan su urgencia, las luces destellan, casi gritan “ahora, ahora”. Te pones las gafas de sol.

Los focos te taladran una y otra vez, los golpes te revientan los tímpanos, la tensión te envuelve, te devora, te obliga a actuar. Pero sigues quieto, apenas siguiendo con las botas el ritmo masivo y machacón de los golpes; tus músculos tensos y relajados al tiempo y no, anticipan el regalo.

Fija la mirada en el origen del láser, iergues los brazos suplicantes, los encorvas como acogiendo un regalo precioso. Y esperas mientras una risa y un sollozo se estrangulan en tu garganta, anticipando lo que ha de venir. Nada existe sino tú y esa luz.

De repente, todo estalla.

La música a tu alrededor tiene mil colores, mil formas, te acaricia, te golpea, te sumerge y eleva, te agita como a un muñeco, te destroza por dentro y te taladra, te da cuerpo y te lo quita, te electrocuta espasmódica, te suplica que la acompañes.

Y bailas como nunca has bailado; bailas como no sabes, ritmos ancestrales que tu cuerpo recuerda de la noche de los tiempos, movimientos ejecutados innúmeras veces por otros antes que tú, las llamas reflejadas en las paredes de la cueva, en invocaciones a dioses salvajes y terribles, en agradecimiento votivo y ruego.

Y ves a Dios. Aquí, ahora. Y El te ve a ti. Y el universo entero baila contigo, dentro de ti. Todo está ordenado, tiene sentido, nada es importante, la armonía se extiende por tus células, las oyes cantar su gloria. Y aquí, ahora, hay paz. Y sientes que puedes morir, que está bien morir. Aquí, ahora.

Es la única situación en que he visto a Dios.

A veces lo echo de menos. No sé qué coño habría fumado. Tengo que preguntar a Barbie.

5 comentarios:

Ken TeDen dijo...

Niños,

Nada más acabar el post, he hablado con Barbie y me ha dejado un poco preocupado.

Lo de haber fumado es una broma, nunca he fumado nada raro, ni me gustan las pastillas, precisamente por los viajes extraños.

Dice Barbie que lo que cuento no es nada normal. Bueno, muy normal nunca he sido, pero tampoco creía que ese tipo de experiencias era tan raro.

¿Lo es? ¿Nunca os ha pasado algo parecido? No sé, la música es la gran introductora de los trances místicos ¿no?, y pensaba que no era nada especial. Barbie dice que sí, que claro, pero con la ayuda de ciertos champiñones machacados, jaja.

Esto que cuento me pasó bastantes veces, y nunca he pensado que fuera muy raro. No sé, quizá sí.

¿Cómo lo veis?

Ken

barbie..turica dijo...

Ken, cielo, muy normal no es, pero es q tú tampoco lo eres y mucho menos en esa época.Al resto deciros que la verdadera experiencia religiosa o pagana, la tenía yo, desde la barra, cada vez que miraba al podio y le veía allí subido jajajajajajajajaja.

Ken TeDen dijo...

Puta

Anónimo dijo...

jajajajajaja ya sabes que sólo de vocación, no soy una profesional, asiq soy más bien zorra

barbie..turica

Anónimo dijo...

De experiencias religiosas sabe bastante mi hermano Enrique!
Ken, hermano de copla, como que yo también me lo he pasado fenomeanl bailando, a veces bailando lo que no sabes bailar, pero yo estoy con barbie, aquí hubo de por medio champiñones machacados.......
:DDDDD